Cumple los mandatos del Señor tu Dios [...] Así prosperarás en todo lo que
hagas y por dondequiera que vayas. 1 Reyes 2:3
Sin duda, todos sabemos que hay ricos y pobres. Las clases sociales han
existido toda la vida.
En el mundo se acepta muy bien esta frase que hasta forma parte de una
canción: «Cuanto tienes cuanto vales». No obstante, cuando tú y yo conocemos el
camino, la verdad y la vida, nos damos cuenta de que estábamos muy
equivocados.
El Señor en su Palabra nos dice que cuando lo aceptamos a Él y lo reconocemos
como nuestro Salvador, nos convertimos en hijos de Dios y, a su vez, coherederos
con Cristo. Además, nos dice que será nuestro Proveedor y nuestro Guardador,
prometiéndonos prosperarnos y bendecirnos.
En ninguna parte de la Palabra se habla que debemos permanecer en pobreza o
que debemos llegar a un estado de conformismo. Sin embargo, en mi viaje
misionero pude ver de cerca, y sé que pasa en todo el mundo, que hay personas
que aunque son libres porque conocieron a Jesús, viven con una mentalidad de
pobreza absoluta. Creen que al estar así en medio del abandono van a agradar más
a Dios o le van a conmover su corazón.
¡Qué equivocados están! A Dios lo mueve la fe y nuestros pasos confiados en
Él. Lo mueve, como ya dije, la obediencia.
Por eso hoy te invito a que te sacudas de la tierra de la pobreza, pues Dios
quiere bendecir tu vida. Te invito a que renuncies a estructuras que te hacen
pensar que no se puedes ser tan próspero como Jesús. Abandónate en sus brazos y
déjate consentir por tu Padre celestial.
No comments:
Post a Comment