Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus
oraciones. Salmo 34:15
Para los que me conocen, saben que muy a menudo utilizo este lema: «Déjate
sorprender. Dios nos consiente. Dios nos da regalos porque nos ama. Está
interesado en vernos felices».
Todos los días lo compruebo en mi vida. No se trata de que Dios lo haga por
capricho, sino porque es el único que conoce en realidad tus gustos, tus deseos,
tu corazón. Como Padre, desea nuestro bienestar. Es tan especial que nos deja
boquiabiertos, con detalles que quizá solo habías soñado tú.
Hace tan solo unos meses, Él me volvió a sorprender y me dio un regalo tan
hermoso que ha sido inspiración para este libro que hoy disfruto contigo.
Me dio el privilegio de unirme a un viaje misionero al Perú para visitar
exactamente un área llamada Callao y llevar muchas cosas que hacen falta allí,
pero sobre todo poder ver y palpar la necesidad de un pueblo. No hay nada más
gratificante que lo que predicamos o aprendemos lo pongamos por obra.
No te desanimes, Él no te dejará sin sueños que cumplir. Todo será en su
momento. El primer regalo ya lo tenemos y es la vida eterna.
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