Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Marcos 10:9
El divorcio es un tema que me causa mucho dolor. En mi caso, me resulta muy triste debido a que he pasado por dos divorcios que me dolieron por varios años. En realidad, esto es traumático en gran medida y lo lamentable es que los más afectados son los niños.
En el primero, no conocía de Dios y no había principios, ni respeto. Incluso, llegué a vivir los primeros pasos de la violencia doméstica. En el segundo, fue más triste aun porque se trataba de una boda cristiana donde el amor no fue suficiente para lidiar con los problemas y nos dejamos llevar por el orgullo.
De estas dos experiencias aprendí que casarse no era cuestión de emoción, sino que es una decisión muy seria. Por lo tanto, Dios debe ser el que nos escoja esa pareja. En la Biblia, Él nos dice que la única ocasión en la que aprueba el divorcio es cuando ha habido adulterio.
Mi consejo es que si no estás en esta situación y solo te empeñas en divorciarte porque crees que todo está perdido, dale una oportunidad a Dios para restaurar tu hogar.
Recuerda, Él tiene la última palabra.
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