Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes. 1 Pedro 2:12
Desde la creación, el Señor nos dio el trabajo. Sin embargo, las cosas cambiaron después de la caída de Adán y Eva en el jardín del Edén. También cambiaron los planes que tenía Dios para nosotros y vinieron las consecuencias.
Desde entonces, Dios le ordenó a Adán que se ganaría el pan con el sudor de su frente. Y por eso el trabajo es tan importante para el hombre. Es como el ADN que Dios estableció en el hombre. De ahí que cada vez que un hombre tenga problemas económicos e inestabilidad financiera, se sienta morir, le afecte en su hombría y hasta caiga en depresión.
No obstante, si Dios estableció el trabajo, es para que fuera de bendición para ti y tu familia. Así que lo menos que podemos hacer es trabajar con excelencia y ética profesional.
No me refiero solo a ser honestos en la empresa, el taller, la fábrica, la escuela, el canal de televisión, la emisora o la revista donde se trabaje, también me refiero a tu trabajo dentro de la iglesia.
Hay personas dentro de las iglesias y ministerios que no trabajan con ética. Toman el servicio a Dios como algo que no merece la integridad y el profesionalismo, como si Él no los estuviera observando y algún día no les fuera a pedir cuentas.
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