Leer: Génesis 16:1-13 | La Biblia en un año: Mateo 22:1-22
… ¿No he visto también aquí al que me ve? (Génesis 16:13).
«T e veo», dijo una amiga en un grupo en línea de escritores en el
que nos respaldamos y animamos unos a otros. Como me sentía estresada y
ansiosa, sus palabras me infundieron una sensación de paz y bienestar.
Ella me «veía» —con mis esperanzas, temores, luchas y sueños— y me
amaba.
Cuando escuché la sencilla pero poderosa expresión de ánimo de mi
amiga, pensé en Agar, una esclava de la familia de Abram. Tras muchos
años de esperar ansiosa un heredero, Sarai siguió la costumbre cultural
de su época y le dijo a su esposo Abram que tuviera un hijo con Agar.
Pero, cuando esta quedó embarazada, comenzó a despreciar a su ama.
Sarai, a su vez, maltrató a su sierva, hasta que Agar huyó al desierto.
El Señor vio la angustia y la turbación de Agar, y la bendijo
prometiéndole que tendría muchos descendientes. Después de aquel
encuentro, Agar llamó al Señor El Roi, que significa «Dios que me ve»
(Génesis 16:13), ya que supo que no estaba sola ni abandonada.
Así como Agar fue vista —y amada—, también lo somos nosotros. Tal vez
nos sintamos ignorados o rechazados por familiares o amigos, pero
sabemos que nuestro Padre no solo ve nuestro aspecto exterior, sino
también todos nuestros sentimientos y temores secretos. Él habla
palabras que nos vivifican.
Señor, gracias porque ves mi interior.
Saber que Dios nos ve nos da consuelo y confianza.
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