Leer: Juan 16:19-24 | La Biblia en un año: Marcos 8:22-38
… ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo (Juan 16:22).
L a orgullosa abuela sostenía con fuerza dos fotografías mientras
las mostraba a sus amigos en la iglesia. Una era de su hija, en Burundi,
África. La otra, de su nieto recién nacido. Sin embargo, la hija no
sostenía al bebé, ya que había muerto al dar a luz.
Una amiga se acercó y miró las fotos. Tomó entre sus manos el rostro
de aquella querida abuela… y lo único que pudo decir entre lágrimas fue:
«Te entiendo, te entiendo».
Y, sí, la entendía. Hacía dos meses, había sepultado a su hijo.
Hay algo especial en el consuelo de quienes han experimentado el
mismo dolor. Entienden. Antes de ser arrestado, Jesús advirtió a sus
discípulos: «De cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y
el mundo se alegrará». Pero, de inmediato, los consoló: «pero […]
vuestra tristeza se convertirá en gozo» (Juan 16:20). Horas más tarde,
los discípulos quedarían devastados, pero, poco después, su agobiante
tristeza se transformó en un gozo inimaginable cuando lo vieron vivo de
nuevo.
Isaías profetizó sobre el Mesías: «Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores» (53:4). Tenemos un Salvador que
no solo entiende sobre nuestro dolor; lo vivió. Jesús entiende y le
interesa cómo nos sentimos. Un día, nuestra tristeza se convertirá en
gozo.
Señor, cuando te veamos, la tristeza se convertirá en gozo.
Cuando ponemos nuestras preocupaciones en sus manos, Dios pone paz en nuestro corazón.
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