Leer: 2 Timoteo 1:1-5 | La Biblia en un año: Marcos 14:27-53
Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice… (2 Timoteo 1:5).
L os abuelos Harris no tenían mucho dinero, pero se las arreglaban
para hacer que cada Navidad fuera memorable para mis primos y para mí.
Siempre había mucha comida, diversión y amor. Además, desde niños,
aprendimos que quien hizo posible esta celebración fue Jesús.
Nosotros queremos dejarles el mismo legado a nuestros hijos. El año
pasado, cuando nos reunimos para celebrar Navidad en familia, nos dimos
cuenta de que esta maravillosa tradición había empezado con nuestros
abuelos. No pudieron dejarnos una herencia monetaria, pero se ocuparon
de plantar las semillas de amor, respeto y fe, para que nosotros, los
hijos de sus hijos, imitáramos su ejemplo.
La Biblia habla de la abuela Loida y la madre Eunice, quienes le
enseñaron a Timoteo sobre la fe auténtica (2 Timoteo 1:5). La influencia
de estas mujeres preparó a este hombre para que compartiera el
evangelio a muchos.
Al vivir en una íntima comunión con Dios, preparamos una herencia
espiritual para aquellos cuyas vidas están bajo nuestra influencia.
Hacemos realidad el amor de Dios al prestarles atención, mostrarles
interés en lo que piensan y hacen, y compartir la vida con ellos. Cuando
nuestras vidas reflejan la realidad del amor de Dios, les dejamos una
herencia duradera.
Señor, ayúdame a dejar una buena herencia espiritual.
Si alguien te dejó una herencia piadosa, inviértela en los demás.
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