Leer: Isaías 53:1-8 | La Biblia en un año: 1 Samuel 30–31; Lucas 13:23-35
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… (v. 4).
Cuando le preguntaron si creía que la ignorancia y la apatía eran
problemas de la sociedad moderna, un hombre bromeó: «No sé ni me
interesa».
Probablemente, muchas personas desanimadas sienten eso sobre el mundo
y los que en él habitan. Pero Jesús entiende bien la confusión y las
preocupaciones de nuestras vidas, y le importa lo que nos sucede. Isaías
53, una profecía del Antiguo Testamento sobre la crucifixión de Cristo,
nos deja entrever lo que padeció por nosotros. «Angustiado él, y
afligido […]; como cordero fue llevado al matadero» (v. 7). «Por la
rebelión de mi pueblo fue herido» (v. 8). «Con todo eso, el Señor quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la
voluntad del Señor será en su mano prosperada» (v. 10).
En la cruz, Jesús cargó voluntariamente con nuestro pecado y nuestra
culpa. Nadie sufrió jamás como el Señor por nosotros. Sabía lo que
costaría salvarnos de nuestros pecados y, por amor, quiso pagar el
precio (vv. 4-6).
Gracias a la resurrección de Jesús, Él está vivo y con nosotros hoy.
No importa qué situación enfrentemos, Jesús entiende y le importa. Y nos
ayudará a atravesarla.
Señor, gracias porque conoces nuestras circunstancias y te preocupas por nosotros.
No está aquí, sino que ha resucitado… Lucas 24:6
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