Leer: Lucas 23:32-34 | La Biblia en un año: 1 Samuel 17–18; Lucas 11:1-28
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen… (v. 34).
Cuando una amiga me traicionó, sabía que tendría que perdonarla,
pero no estaba segura de poder hacerlo. Sus palabras me hirieron
profundamente, y me sentí aguijonada por el dolor y el enojo. Aunque
hablamos y le dije que la perdonaba, durante mucho tiempo, cada vez que
la veía, sentía puntadas de dolor, y me di cuenta de que todavía
albergaba algo de resentimiento. Sin embargo, un día, Dios respondió mis
oraciones y me dio la capacidad de dejar atrás todo por completo. Por
fin, era libre.
El perdón es fundamental para la fe cristiana, ya que nuestro
Salvador nos perdonó, incluso mientras moría en la cruz. Jesús perdonó a
los que lo clavaron allí, y oró al Padre para que los perdonara. No
guardó amargura ni enojo, sino que mostró gracia y amor a aquellos que
lo habían tratado injustamente.
Es un buen momento para considerar delante del Señor a cualquiera que
tengamos que perdonar, para seguir el ejemplo de Jesús y extenderles su
amor a los que nos lastiman. Cuando le pedimos a Dios a través de su
Espíritu que nos ayude a perdonar, Él lo hace… aunque nos lleve tiempo
perdonar. Cuando lo hacemos, somos libres de la prisión de no saber
perdonar.
Señor Jesús, a través de tu gracia y tu poder al habitar en mí, ayúdame a perdonar, para que tu amor me libere.
Aun en la cruz, Jesús perdonó a los que lo hirieron.
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