A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
Salmo 121:1-2, NVI
Hace unos meses nuestro jefe P. Mauricio Quintana, inspirado en una enseñanza de su pastor, nos hacía reflexionar en que atravesábamos un tiempo muy difícil, desde el punto vista económico. A decir verdad, muchas personas perdieron sus casas y muchos medios de comunicación hablaban de la crisis. Entonces nos enseñaba que hay dos maneras de ver el problema.
La primera es cuando te montas en la crisis y declaras que son tiempos muy difíciles, que tu vida va de mal en peor y que vas rumbo al abismo.
La segunda es cuando te paras en medio de la misma situación con otra mentalidad. En esta, sabes y aplicas lo que Dios dice en su Palabra cuando promete estar con nosotros y poner a prueba nuestra fe, si es cierto que todo lo que hablamos y decimos a otros lo aplicamos a nuestra propia vida, ahora que las cosas no están tan bien.
El año pasado, mientras algunos hablaban de perder sus casas, otros hablaban de su gran oportunidad para hacer los negocios que soñaron. Esto lo aplicamos para cualquier situación y de allí deberíamos aprender varias cosas: En tiempos difíciles podemos apreciar la misericordia de Dios, crecemos en lo espiritual y aprendemos a depender únicamente de Él.
Recuerda que Dios no da más carga de la que no podamos soportar.
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón.
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