Leer: Salmo 51
La Biblia en un año: 2 Crónicas 13–14; Juan 12:1-26
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado… (v. 17).
El kintsugi es el antiguo arte japonés de reparar cerámica rota.
Se utiliza polvo de oro mezclado con resina para reparar piezas
fracturadas o rellenar las grietas. En lugar de esconder el arreglo,
este arte saca belleza de algo roto.
La Biblia enseña que Dios también valora nuestro quebrantamiento,
cuando estamos arrepentidos del pecado que cometimos. Después de que
David adulteró con Betsabé y tramó la muerte de su esposo, el profeta
Natán lo confrontó y el rey se arrepintió. Su oración posterior nos
permite vislumbrar lo que Dios desea cuando hemos pecado: «Porque no
quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú» (Salmo 51:16-17).
Cuando nuestro corazón está quebrantado por un pecado, Dios lo repara
con el perdón que nuestro Salvador nos ofreció en la cruz. Nos recibe
con amor cuando nos humillamos y restaura nuestra relación con Él.
¡Cuán misericordioso es Dios! Que hoy podamos apropiarnos de otra
oración de la Escritura: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de
perversidad, y guíame en el camino eterno» (Salmo 139:23-24).
Padre, quiero alegrarte con mi corazón humilde y contrito.
La tristeza piadosa abre paso al gozo.
No comments:
Post a Comment