Leer: Génesis 28:10-17
La Biblia en un año: 1 Reyes 14–15; Lucas 22:21-46
… Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía (v. 16).
Al Worden, astronauta del Apolo 15, sabía lo que era estar en la
luna. Durante tres días, en 1971, voló solo en su módulo de comando, el
Endeavor, mientras dos compañeros trabajaban a miles de kilómetros, en
la superficie de la luna. Su única compañía eran las estrellas, que lo
envolvían con su luz.
Cuando el sol se puso sobre Jacob, el personaje del Antiguo
Testamento, la primera noche lejos de su casa, él también estaba
profundamente solo, pero por otra razón. Estaba huyendo de su hermano
mayor, que quería matarlo por haberle robado la bendición familiar del
primogénito. Sin embargo, al dormirse, Jacob soñó con una escalera que
unía el cielo y la Tierra. Mientras observaba a los ángeles que subían y
bajaban, escuchó la voz de Dios que le prometía estar con él y bendecir
a toda la Tierra a través de sus hijos. Cuando Jacob despertó, exclamó:
«Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía» (Génesis
28:16).
Jacob se había aislado debido a su engaño. Sin embargo, por más
reales que fueran sus fracasos y la oscuridad de la noche, estaba en la
presencia de Aquel cuyos planes siempre son mejores que los nuestros. El
cielo está más cerca de lo que pensamos, y el «Dios de Jacob» está con
nosotros.
Padre, la gloria de tu presencia y tu bondad supera ampliamente nuestra imaginación.
Dios está más cerca de lo que pensamos.
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