Leer: 2 Corintios 1:3-11
La Biblia en un año: Ester 3–5; Hechos 5:22-42
… así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación (v. 7).
Una amiga me envió unas artesanías de cerámica que había hecho.
Cuando abrí la caja, descubrí que las preciosas piezas se habían dañado
en el viaje.
Mi esposo reparó una de las piezas, y yo exhibí la taza sobre un
estante, con sus hermosas imperfecciones. Al igual que esa cerámica
restaurada, yo también tengo cicatrices que prueban que puedo seguir de
pie después de los tiempos difíciles que Dios me ayudó a superar. Esa
taza de consuelo me recuerda que hablar de cómo el Señor ha obrado en
nuestra vida puede ayudar a otros.
El apóstol Pablo alaba a Dios porque es «Padre de misericordias y
Dios de toda consolación» (2 Corintios 1:3). El Señor usa nuestras
pruebas y sufrimientos para hacernos más parecidos a Él. Su consuelo en
nuestras aflicciones nos prepara para reconfortar a otros al contarles
lo que el Señor ha hecho por nosotros (v. 4).
Al reflexionar en el sufrimiento de Cristo, podemos recibir
inspiración para perseverar en medio del dolor, confiando en que Él
utiliza nuestras experiencias para fortalecernos y animar a otros a
resistir con paciencia (vv. 5-7). Como Pablo, recibimos consuelo al
saber que el Señor redime nuestras pruebas para su gloria. Podemos
compartir sus «tacitas de consuelo» para llevar esperanza al que sufre.
Señor, utilízanos para brindar consuelo, ánimo y esperanza a los que sufren.
Dios consuela a otros cuando hablamos de cómo nos consoló en nuestro dolor.
No comments:
Post a Comment