Leer: Salmo 119:33-40
La Biblia en un año: 2 Crónicas 25–27; Juan 16
Inclina mi corazón a tus testimonios… (v. 36).
El Dr. Charles W. Eliot creía que las personas que leen con
regularidad obras excelentes de literatura, al menos unos minutos al
día, obtienen una valiosa educación. En 1910, compiló selecciones de
libros de historia, ciencia, filosofía y arte en 50 volúmenes llamados
Los Clásicos de Harvard. Cada serie incluye la guía de lectura del
Dr. Eliot, titulada: «Quince minutos al día», y contiene selecciones
recomendadas de ocho a diez páginas para cada día del año.
¿Y si pasáramos quince minutos al día leyendo Biblia, la Palabra de
Dios? Podríamos decir junto al salmista: «Inclina mi corazón a tus
testimonios, y no a la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la
vanidad; avívame en tu camino» (Salmo 119:36-37).
Si dedicamos 15 minutos al día, son 91 horas al año. Pero, no importa
cuánto tiempo decidamos leer la Biblia cada día, la constancia es la
clave, y el ingrediente esencial no es la perfección, sino la
perseverancia. Si perdemos un día o una semana, podemos empezar otra
vez. A medida que el Espíritu Santo nos enseña, la Palabra de Dios va de
nuestra mente al corazón, y luego, a nuestras manos y pies… y nos lleva
más allá de la educación a la transformación.
«Enséñame, oh Señor, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin» (v. 33).
Acudo a ti, el Autor, para que me enseñes mientras leo tu Palabra hoy.
La Biblia es el único libro cuyo Autor siempre está presente cuando se lee.
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