Leer: Juan 14:25-31
La Biblia en un año: 2 Crónicas 21–22; Juan 14
La paz os dejo, mi paz os doy… (v. 27).
Una amiga me dijo que, durante años, había buscado paz y
felicidad. Junto a su esposo, estableció un negocio exitoso y pudo
comprar una casa grande, ropa elegante y joyas costosas. Sin embargo, ni
estas posesiones ni su amistad con personas influyentes pudieron
satisfacer su anhelo de paz interior. Entonces, un día, cuando se sentía
deprimida y desesperada, una amiga le contó la buena noticia de Jesús.
Así descubrió al Príncipe de paz, y su comprensión de la paz verdadera
cambió para siempre.
Después de cenar por última vez con sus amigos (Juan 14), Jesús les
habló de esta paz, al prepararlos para lo que pronto sucedería: su
muerte, su resurrección y la venida del Espíritu Santo. Al describir una
paz distinta a cualquier cosa que el mundo pueda dar, Él quería que
descubrieran cómo encontrar una sensación de bienestar en medio de las
dificultades.
Más adelante, cuando el Jesús resucitado se les apareció a los
aterrados discípulos, los saludó, diciendo: «Paz a vosotros» (Juan
20:19). Ahora podía ayudarlos (y ayudarnos) a entender cómo descansar en
lo que Él hizo por nosotros. A medida que lo hacemos, descubrimos una
seguridad mucho mayor que nuestros sentimientos tan cambiantes.
Padre celestial, tú nos guardas en completa paz. Ayúdanos a confiar siempre en ti, nuestra Roca eterna.
Jesús vino a traer paz a nuestras vidas y nuestro mundo.
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