Leer: Salmo 147:1-11
La Biblia en un año: Nehemías 7–9; Hechos 3
Se complace el Señor en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia (v. 11).
Camino a casa, después de la boda de un familiar, mi mamá me
preguntó por tercera vez qué novedades había en mi trabajo. Una vez más,
repetí algunos de los detalles, como si fuera la primera vez que se los
contaba, mientras me preguntaba cómo podía lograr que mis palabras
fueran más recordables. Mi mamá tiene Alzheimer, una enfermedad que va
destruyendo la memoria, puede afectar la conducta y termina en
la pérdida del habla… y más.
Me duele que mi mamá esté enferma, pero doy gracias porque sigue aquí
y podemos pasar tiempo juntas… incluso conversar. Me emociona que, cada
vez que voy a verla, ella resplandece de alegría y exclama: «¡Alyson,
qué sorpresa encantadora!». Disfrutamos de la compañía mutua, y, aun en
los silencios, cuando ella no encuentra las palabras, tenemos comunión.
Quizá sea una pequeña imagen de nuestra relación con Dios. La
Escritura afirma: «Se complace el Señor en los que le temen, y en los
que esperan en su misericordia» (Salmo 147:11). A los que creen en Jesús
como Salvador, Dios los llama sus hijos (Juan 1:12). Y, aunque quizá
pidamos lo mismo una y otra vez o nos falten las palabras, al Señor le
agrada que conversemos con Él en oración… incluso cuando no sabemos qué
decir.
Señor, gracias por poder aprender de ti a través de la Biblia y de hablar contigo en oración.
¡A Dios le encanta escucharnos!
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