Tuesday, August 8, 2017

CPTLN Devocional de 09 de Agosto de 2017


Alimento Diario

Belleza física

09 de Agosto 2017

Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: 'Quiero. Ya has quedado limpio.' Y al instante su lepra desapareció.
~ Mateo 8:3 (RVC)

Al entrar la bandera de China al Estadio Nacional de Beijín, en la ceremonia de apertura de las Olimpíadas en ese país en el 2008, la pequeña Lin Miaoke cantó la "Oda a la Tierra Madre".

Lástima que ese momento tan espectacular terminó siendo empañado cuando se descubrió que la pequeña Lin no era en realidad quien cantaba, sino que la voz pertenecía a una niña de 7 años llamada Yang Peiyi.

La pregunta inevitable es: ¿Por qué no dejaron que Yang cantara ante la multitud reunida en el estadio y los millones de personas que miraban desde sus hogares?

La respuesta es muy simple: Yang no era suficientemente bonita.

Así de simple. Políticos de alto rango habían decidido que sólo quienes tenían un cierto grado de belleza podían participar de la ceremonia, pues tenían que lucir bien ante el mundo... y Yang no entraba en ese modelo de perfección. Esa es la razón por la cual Yang va a seguir siendo desconocida, y la niña que apareció en televisión va a seguir siendo aplaudida.

Cuando escuché esta historia me puse a pensar en la forma en que el Salvador actuó con los leprosos.

Aunque no sabemos las condiciones físicas del hombre que se menciona en el texto de esta devoción, sí sabemos que estaba obligado a mantenerse alejado de las personas sanas. Y cuanto más progresaba la enfermedad más fácil se le haría alejarse, pues la lepra se aseguraba de desfigurar el rostro y resto del cuerpo.

¿Qué hizo el Salvador cuando se encontró con este leproso? Ni salió corriendo lleno de repulsión, ni se puso a gritarle y apedrearlo. Por el contrario, Jesús se le acercó para tocarlo y curarlo.

La ausencia de belleza física y los pecados que manchan nuestras almas no evitan que Jesús se acerque a nosotros. El Hijo de Dios, que dio su vida en la cruz y resucitó de la tumba para que seamos perdonados y adoptados en la familia de la fe, siempre está dispuesto a acercarse a nosotros.

Sí, escuchó bien: a pesar de lo que somos, el Cristo resucitado, con las cicatrices de los clavos en sus manos, se acerca para tocarnos, limpiarnos, y sanarnos.

ORACIÓN: Señor Jesús, gracias por entregarte como sacrificio por mi salvación y por limpiarme a través de tu sangre. Ayúdame a servirte y honrarte cada día de mi vida. En tu nombre. Amén.

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