¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! [...] Donde se da esta armonía, el Señor concede bendición y vida eterna.
~ Salmo 133:1, 3 (NVI)
Esta semana te he contado partes de mi testimonio y hemos podido ver juntos cómo Dios tuvo misericordia, ya que en medio de tanta gravedad, Él intervino de una manera sobrenatural. Así lo hará en tu vida sin importar cuál sea tu situación. ¡Dios tiene la última palabra!
Durante este tiempo fue hermosísimo ver cómo mis oyentes, mi familia y amigos se volcaron en solidaridad, cadenas de oración, ofrendas, flores, llamadas, visitas y correos electrónicos con palabras de ánimo.
Pude darme cuenta de la magnitud del cariño de las personas y me dije varias veces: «Ha valido la pena todas las madrugadas para ir a la radio. Ha valido la pena el servicio que he realizado por los demás», pues lo coseché en ese tiempo.
Sé que Dios fue el que movió el corazón de muchos de ustedes para hacer lo que hicieron por mí y mis princesas. Fue tanta la solidaridad que hasta el personal del hospital le preguntaba a mi familia si yo era una persona de la política, ya que el teléfono no paraba de sonar. Era tanta la gente que venía a orar por mí, que tuvieron que prohibir las visitas.
Mi enseñanza con esta experiencia es que recogemos todo lo que sembramos y que también se recogen el amor y el afecto.
Por lo tanto, no dejemos de ser misericordiosos, pues lo que podamos hacer por los demás es de bendición. Todas las personas que están en los hospitales, las cárceles y los hogares de ancianos necesitan de nuestras oraciones y compañía.
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón
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