Aprender a conocer a Dios
Leer: Juan 6:16-21 | La Biblia en un año: 2 Samuel 1–2 Lucas 14:1-24
Mas él les dijo: Yo soy; no temáis (v. 20).
Hasta donde puedo recordar, siempre quise ser madre. Soñaba con
casarme, quedar embarazada y sostener a mi bebé en brazos por primera
vez. Cuando finalmente me casé, mi esposo y yo jamás pensamos en esperar
para aumentar la familia. Pero, con cada resultado negativo de
embarazo, nos dimos cuenta de que estábamos luchando con la
infertilidad. Siguieron meses de visitas a médicos, pruebas y lágrimas.
Estábamos en medio de una tormenta. La infertilidad fue una píldora
difícil de tragar, y me dejó con dudas sobre la bondad y la fidelidad de
Dios.
Cuando reflexiono en lo que atravesamos, pienso en la historia de los discípulos, en Juan 6, cuando quedaron atrapados en una tormenta en el mar. Mientras luchaban contra las olas en la oscuridad de la tormenta, inesperadamente, Jesús se les acercó caminando sobre el agua y los tranquilizó con su presencia, diciendo: «Yo soy; no temáis» (v. 20).
Como los discípulos, mi esposo y yo no teníamos idea de lo que vendría con nuestra tormenta, pero hallamos consuelo al aprender a conocer al Señor más profundamente, y entender que Él es siempre fiel y verdadero. Aunque no tendríamos el hijo con el que habíamos soñado, aprendimos que podemos experimentar el poder de su presencia tranquilizadora en nuestras luchas.
© 2018 Ministerios Nuestro Pan Diario
Como los discípulos, mi esposo y yo no teníamos idea de lo que vendría con nuestra tormenta...
Cuando reflexiono en lo que atravesamos, pienso en la historia de los discípulos, en Juan 6, cuando quedaron atrapados en una tormenta en el mar. Mientras luchaban contra las olas en la oscuridad de la tormenta, inesperadamente, Jesús se les acercó caminando sobre el agua y los tranquilizó con su presencia, diciendo: «Yo soy; no temáis» (v. 20).
Como los discípulos, mi esposo y yo no teníamos idea de lo que vendría con nuestra tormenta, pero hallamos consuelo al aprender a conocer al Señor más profundamente, y entender que Él es siempre fiel y verdadero. Aunque no tendríamos el hijo con el que habíamos soñado, aprendimos que podemos experimentar el poder de su presencia tranquilizadora en nuestras luchas.
Señor, gracias por acompañarme a enfrentar mis tormentas.
Aun en las tormentas de nuestra vida, podemos experimentar la poderosa presencia de Dios.
Como los discípulos, mi esposo y yo no teníamos idea de lo que vendría con nuestra tormenta...
No comments:
Post a Comment