Papá en el dentista
Leer: Mateo 26:36-39 | La Biblia en un año: Jeremías 37–39 Hebreos 3
… Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú (v. 39).
No esperaba recibir en el consultorio del dentista una lección
profunda sobre el corazón del Padre celestial, pero así fue. Había
llevado a mi hijo de diez años, ya que un diente definitivo estaba
saliendo debajo de uno de leche que todavía no se había caído. Tenían
que sacárselo. No había otra solución.
Llorando, mi hijo me rogaba: «Papá, ¿no hay otra manera? ¿Y si esperamos y vemos qué pasa? Por favor, papi, ¡no quiero que me saquen el diente!». Casi me rompía el corazón, pero le dije: «Hijo, hay que sacarlo. Lo siento. No hay otra manera». Y le sostuve la mano, mientras él se retorcía cuando el dentista le extraía esa muela rebelde; con lágrimas en los ojos yo también. No podía quitarle el dolor; lo único que podía ofrecerle era estar a su lado.
En ese momento, recordé a Jesús en el huerto de Getsemaní, cuando le preguntó a su Padre si no había otra forma de cumplir con su plan. ¡Cuán quebrantado habrá estado el corazón del Padre al ver a su amado Hijo en semejante agonía! Sin embargo, no había otra manera de salvar a la humanidad.
A veces, nosotros enfrentamos situaciones dolorosas, aunque inevitables, como le sucedió a mi hijo. Pero, por la obra de Cristo por el Espíritu Santo, nuestro Padre celestial está siempre a nuestro lado (Mateo 28:20).
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No esperaba recibir en el consultorio del dentista una lección profunda sobre el corazón del Padre celestial, pero así fue.
Llorando, mi hijo me rogaba: «Papá, ¿no hay otra manera? ¿Y si esperamos y vemos qué pasa? Por favor, papi, ¡no quiero que me saquen el diente!». Casi me rompía el corazón, pero le dije: «Hijo, hay que sacarlo. Lo siento. No hay otra manera». Y le sostuve la mano, mientras él se retorcía cuando el dentista le extraía esa muela rebelde; con lágrimas en los ojos yo también. No podía quitarle el dolor; lo único que podía ofrecerle era estar a su lado.
En ese momento, recordé a Jesús en el huerto de Getsemaní, cuando le preguntó a su Padre si no había otra forma de cumplir con su plan. ¡Cuán quebrantado habrá estado el corazón del Padre al ver a su amado Hijo en semejante agonía! Sin embargo, no había otra manera de salvar a la humanidad.
A veces, nosotros enfrentamos situaciones dolorosas, aunque inevitables, como le sucedió a mi hijo. Pero, por la obra de Cristo por el Espíritu Santo, nuestro Padre celestial está siempre a nuestro lado (Mateo 28:20).
Padre, gracias por acompañarme y sostenerme siempre.
Nuestro Padre celestial promete estar siempre con nosotros; aun en los momentos más oscuros.
No esperaba recibir en el consultorio del dentista una lección profunda sobre el corazón del Padre celestial, pero así fue.
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