El Rey de nuestra vida
Muchos de los asuntos que nos alejan de nuestra relación linda con Dios es el amor a otras cosas. Quizá preguntes: «¿Por qué? ¿Qué hay de malo en amar otras cosas que no sean Dios? ¿O es que acaso no puedo amar a mi cónyuge?».¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar.
— Miqueas 7:18, NVI
Todas esas preguntas tienen una misma respuesta y es aplicable para otras no mencionadas. Tú y yo podemos decir: «Bueno, mi amor está puesto en…».
Lo preocupante de llevar a extremos esos amores está en cuando le damos un trono y se convierten en el rey de nuestra vida: El dios dinero, el dios de tu esposo, el dios de tus hijos, del trabajo. Estos dioses nos roban el primer y único lugar en el que debe estar Dios.
Atiende esto, nada debe ser más importante en tu vida que Dios. Ni siquiera el amor a la obra, a la iglesia, ni a tu llamado. Nada debe ser más importante que Dios en tu vida.
He aprendido que, en ese sentido, Dios es un Dios celoso y no va permitir que tú y yo hagamos reyes a nada ni a nadie. Además, Él sí que es especialista en derrumbar esos reyes, esos altares y esos dioses.
Rinde en este día ese rey que has levantado, dile a Dios que te perdone y comienza por darle a Él su lugar.
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón
¿Qué hay de malo en amar otras cosas que no sean Dios?
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