Thursday, November 12, 2020

Devocional CPTLN — ¿Dónde cayó?

 

¿Dónde cayó?

Un día, algunos de los profetas le dijeron a Eliseo: «Mira, el lugar en que vivimos contigo ya nos resulta muy estrecho. Vayamos al río Jordán y tomemos cada uno de nosotros una viga de allí, y levantemos allí mismo un lugar donde podamos vivir.» Eliseo les dijo que fueran, pero uno de ellos le pidió que los acompañara. Y Eliseo aceptó. Y así, se fue al Jordán con ellos, y cuando llegaron allá cortaron la madera. Pero sucedió que, mientras uno de ellos derribaba un árbol, el hacha se le cayó al agua; entonces comenzó a gritar: «¡Ay, señor, el hacha era prestada!» El varón de Dios le preguntó: «¿Y dónde cayó?» Cuando aquél le mostró el lugar, Eliseo cortó un palo y lo echó al agua, con lo que hizo que el hacha flotara; entonces le ordenó que recogiera el hacha, y aquél extendió la mano y la sacó del agua.

Las tardes lluviosas de otoño proporcionan una deliciosa excusa para explorar una habitación que rara vez se toca. Escondidos en un rincón lejano se encuentran tesoros medio olvidados que garantizan evocar carcajadas o ensueños de recuerdos agridulces. Ciertas partes de las Escrituras a menudo se encuentran escondidas en un rincón lejano de la memoria. Los eruditos las exponen con menos frecuencia y los pastores predican sobre ellas con menos frecuencia. Sin embargo, cuando se les quita el polvo y se traen a la luz, sonreímos al descubrir una vez más una faceta olvidada del cuidado de nuestro Padre.

Uno de mis ejemplos favoritos de esto es el relato de Eliseo y el proyecto de construcción que se encuentra en 2 Reyes 6:1-7. Parece que el lugar que había estado albergando a quienes estudiaban con el profeta Eliseo se había vuelto demasiado pequeño, por lo que uno de ellos sugirió hacer algo más grande. Eliseo estuvo de acuerdo, por lo que comenzaron a talar árboles para obtener madera. Mientras trabajaban, una pobre alma aparentemente más apta para blandir un lápiz que un hacha, accidentalmente dejó caer la herramienta en el cercano río Jordán. El horror se apoderó de inmediato de su corazón, pues el hacha era prestada. Eliseo lo calmó preguntándole simplemente: "¿Y dónde cayó?" Mostrado el lugar, el profeta arrojó un palo al río. Pronto, la cabeza del hacha salió a la superficie balanceándose como un corcho en el agua.

La lección de ese día necesitaba poca explicación: Dios se preocupa hasta por las cosas más pequeñas de nuestra vida: la llanta pinchada, el jefe malhumorado, el pastel de carne quemado.

Y no son solo las pequeñas cosas que le preocupan. En Jesús, el Padre se ha ocupado de todos los detalles de nuestra vida: las heridas que nos cuesta superar, los lamentos que no podemos callar y los pecados que no podemos eliminar. Jesús llevó todo a la cruz, allí lo conquistó y nos dio su victoria (ver 1 Corintios 15:57). Sabiendo esto, no nos queda duda que él está siempre con y por nosotros.

Así que recuerda: cuando necesites ayuda con los detalles, él se inclina para susurrarte suavemente "¿Dónde cayó? ¿Qué es lo que necesitas? ¿Cómo te puedo ayudar?"

ORACIÓN: Padre Celestial, gracias por tu cuidado atento. En el nombre de Jesús. Amén.

The Lutheran Layman, 1980, Jane Fryar

Para reflexionar:
1. ¿Le has pedido ayuda a Dios ante una situación que te parecía imposible de solucionar?

2. ¿Has tenido la oportunidad de hacerles saber a otros que Jesús está con ellos cuando la vida se pone difícil?
© Copyright 2020 Cristo Para Todas Las Naciones. Que a través de estos devocionales, la Palabra de Dios te refresque en tu diario caminar.
Las tardes lluviosas de otoño proporcionan una deliciosa excusa para explorar una habitación que rara vez se toca.

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