Thursday, November 5, 2020

Devocional CPTLN — Llamándonos a casa

 

Llamándonos a casa

Así que siempre vivimos en plena confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo no estamos en el hogar celestial con el Señor. Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos. Sí, estamos plenamente confiados, y preferiríamos estar fuera de este cuerpo terrenal porque entonces estaríamos en el hogar celestial con el Señor. Así que, ya sea que estemos aquí en este cuerpo o ausentes de este cuerpo, nuestro objetivo es agradarlo a él.

Para mí, la peor parte de viajar es despedirse.

Visitar a familiares y amigos en lugares lejanos después de mucho tiempo de no verlos, siempre es un placer. El momento alegre del encuentro y el recordar los viejos tiempos llenan el corazón de calidez. Hay historias frescas para contar, preguntas para hacer y contestar, esperanzas y planes para compartir, y todo esto muchas veces se hace en torno a una mesa de comida, que lo hace aún más agradable.

Pero antes de que todo esto comience, uno sabe que también terminará. E incluso mientras estamos juntos, disfrutando del reencuentro, sabemos que pronto nos separaremos. Ahí es cuando la tristeza se instala y, como una nube oscura y lúgubre que oculta los rayos del sol, toda la calidez y el placer de la visita, aunque recién experimentada, rápidamente se convierte en otro recuerdo.

Afortunadamente, el dolor que se siente al partir se alivia en parte con el trabajo y la simple tarea de continuar con la vida. Nuestro regreso a casa a menudo también se suaviza con la esperanza de algún encuentro futuro en el que podamos disfrutar una vez más de la compañía del otro.

Todo esto tiene su paralelo en nuestra relación con nuestro Señor y nuestro eventual hogar y refugio: el cielo. Hay muchas cosas que pueden mantenernos distantes en nuestra relación con Dios: orgullo, amargura, descontento, tristeza o incluso placer o éxito material nos desconectan de Dios, nos volvemos desapegados, solos e infelices. La profunda comunión que necesitamos con Dios está ausente; nos duele el corazón, y sabemos que es hora de volver a Él.

Si sientes que te has distanciado de Dios, debes saber que Él te está llamando. Sólo cuando recorremos el camino con Él, hecho posible por Jesús, podemos sentirnos conformes en este mundo. Él es el bálsamo que requieren nuestras heridas; quien acortó la distancia entre nosotros y el Padre a través de su vida, muerte y resurrección.

Jesús sabe esto. Por eso nos dijo: "No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos aposentos. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, también ustedes estén"(Juan 14:1-3). En casa con el Señor, donde nunca tendremos que despedirnos.

ORACIÓN: Padre celestial, llévanos donde tú estás. En el nombre de Jesús. Amén.

Jon Suel

Para reflexionar:
* Es difícil caminar solo por fe. ¿Cómo mantienes tu mirada enfocada en Dios?

* ¿Te consuela saber que Jesús ha preparado un lugar en el cielo para los creyentes?

© Copyright 2020 Cristo Para Todas Las Naciones. Que a través de estos devocionales, la Palabra de Dios te refresque en tu diario caminar.
Para mí, la peor parte de viajar es despedirse.

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