Leer: Juan 11:17-27 | La Biblia en un año: Mr 7:1-13
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree […] tenga
vida eterna (Juan 3:16).
Un artículo del Washington Post, titulado «Último proyecto de los
titanes de la tecnología: Desafío a la muerte», hablaba de los esfuerzos
de Peter Thiele y otros magnates tecnológicos por extender la vida
indefinidamente. Están dispuestos a gastar millones en ese proyecto.
Llegaron un poco tarde. ¡La muerte ya fue vencida! Jesús declaró: «Yo
soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente» (Juan 11:25-26). Todos los que ponen su fe en Él nunca jamás morirán.
Para ser claros, nuestros cuerpos morirán; y no hay nada que se pueda
hacer para cambiar esta realidad. Pero el pensamiento, el razonamiento,
el sentimiento y toda la parte inmaterial de nuestro ser —lo que
llamamos el «yo»— nunca morirá.
Y esto es lo mejor de todo: ¡es un regalo! Lo único que tienes que
hacer es recibir la salvación que ofrece Jesús. C. S. Lewis,
reflexionando en esto, lo describe como una especie de «risita en la
oscuridad»: una sensación de que la respuesta es algo sumamente
sencillo.
Algunos dicen: «Es demasiado sencillo». A lo que yo respondo: «Está
bien. Pero si Dios te amaba antes de que nacieras y quiere que vivas con
Él para siempre, ¿por qué iba a hacerlo difícil?».
Señor Jesús, perdona mis pecados. Te acepto como mi Salvador.
Cristo reemplazó la puerta oscura de la muerte con el portal radiante de la vida.
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