Leer: Mateo 13:1-9
La Biblia en un año: 2 Reyes 19–21; Juan 4:1-30
Mas el que fue sembrado en buena tierra […] da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno (v. 23).
Recibí un maravilloso email de una mujer que escribió: «Tu mamá
fue mi maestra de primer grado en 1958. Nos hizo aprender el Salmo 23 y
recitarlo frente a la clase, y a mí me aterraba hacerlo. Sin embargo,
fue el único contacto que tuve con la Biblia hasta 1997, cuando me
entregué a Cristo. Entonces, los recuerdos de la Sra. McCasland
volvieron como un torrente al releer el Salmo».
Jesús le contó a una gran multitud una parábola sobre un agricultor
que sembró semillas que cayeron en distintos tipos de suelos: un suelo
duro, uno rocoso, uno espinoso y uno fértil (Mateo 13:1-9). Aunque
algunas semillas nunca crecieron, «el que fue sembrado en buena tierra,
éste es el que oye y entiende la palabra, […] y produce a ciento, a
sesenta, y a treinta por uno» (v. 23).
En los 20 años que mi madre enseñó en escuelas públicas, junto con la
lectura, la escritura y la aritmética, desparramó semillas de bondad y
el mensaje del amor de Dios.
El email de su antigua alumna terminaba así: «Por supuesto, he tenido
otras influencias posteriores en mi andar cristiano, pero mi corazón
siempre vuelve al [Salmo 23] y a la dulzura de [tu mamá]».
Una semilla del amor de Dios que se planta hoy puede producir una impresionante cosecha.
Señor, hoy quiero que mi vida siembre buenas semillas en los que me rodean.
Nosotros sembramos; Dios produce la cosecha.
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