Leer: Génesis 14:17-24
La Biblia en un año: 2 Reyes 24–25; Juan 5:1-24
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino (v. 18).
El poeta Samuel Foss escribió: «Déjame vivir junto al camino y ser
amigo del hombre» (The House by the Side of the Road [La casa junto al
camino]). Eso es lo que quiero ser: un amigo para los demás. Quiero
estar junto al camino, a la espera de los viajeros cansados. Quiero
buscar a los que han sido maltratados, que llevan la carga de un corazón
atribulado y desilusionado. Deseo sustentarlos y renovarlos con una
palabra de ánimo antes de despedirlos. Quizá no pueda «arreglarlos» a
ellos o sus problemas, pero puedo dejarles una bendición.
Melquisedec, rey de Salem y sacerdote, bendijo a Abram cuando este
regresó cansado de una batalla (Génesis 14). Una «bendición» es algo más
que un buen deseo. Bendecimos a los demás cuando los llevamos a Aquel
que es la fuente de toda bendición. Melquisedec bendijo a Abram,
diciendo: «Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y
de la tierra» (v. 19).
Podemos bendecir a otros orando con ellos, y llevarlos con nosotros
al trono de la gracia para encontrar ayuda en tiempo de necesidad
(Hebreos 4:16). Tal vez no podamos cambiar sus circunstancias, pero
podemos mostrarles a Dios. Es lo que hace un verdadero amigo.
Jesús, enséñanos a ser un amigo para los demás, como tú eres nuestro amigo.
Una gran parte de amar es escuchar.
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