Leer: 1 Reyes 8:54-63
La Biblia en un año: Nehemías 12–13; Hechos 4:23-37
Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos… (v. 58).
Hace unos meses, recibí un email donde me invitaban a unirme a una
comunidad de «personas motivadas». Busqué la palabra «motivado», y
descubrí que se refiere a alguien determinado a triunfar.
¿Es bueno ser una persona motivada? Hay una prueba que nunca falla:
«hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Muchas veces,
obramos para alcanzar gloria personal. Después del diluvio de la época
de Noé, unas personas decidieron construir una torre para hacerse
famosas y evitar ser esparcidas por el mundo (Génesis 11:4). Su
motivación era incorrecta, porque no estaban obrando para glorificar a
Dios.
En cambio, cuando el rey Salomón dedicó el arca del pacto y el templo
recién edificado, declaró: «he edificado la casa al nombre del Señor»
(1 Reyes 8:20). Después, oró: «Incline nuestro corazón hacia él, para
que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos» (v. 58).
Cuando nuestro mayor deseo es glorificar a Dios y caminar en
obediencia, nos transformamos en personas motivadas que buscan amar y
servir a Jesús en el poder del Espíritu. Que nuestra oración haga eco de
la de Salomón. Que sea «perfecto [nuestro] corazón para con el Señor
nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos» (v.
61).
Padre, dame el deseo de obedecerte y de hacer todo para tu gloria.
Que todo lo que hagas sea para glorificar a Dios.
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