Leer: Romanos 8:1-11
La Biblia en un año: 2 Crónicas 23–24; Juan 15
… el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales… (v. 11).
«Vi desde un coche tirado a caballos hasta un hombre que caminaba
sobre la luna», le dijo el anciano a su nieta. Pero, luego, reflexionó:
«Qué rápido pasa todo…».
La vida es breve, y muchos acudimos a Jesús porque queremos vivir
para siempre. No está mal, pero no entendemos bien qué es la vida
eterna. Siempre estamos esperando algo mejor, y pensamos que está a
punto de llegar. Entonces, un día, escuchamos como un eco la voz de
nuestro abuelo, al preguntarnos dónde se ha ido el tiempo.
La verdad es que tenemos vida eterna ahora mismo. El apóstol Pablo
escribió: «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de
la ley del pecado y de la muerte» (Romanos 8:2). Después, afirmó:
«Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero
los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu» (v. 5). Es decir,
nuestros deseos cambian cuando nos acercamos a Cristo. «El ocuparse del
Espíritu es vida y paz» (v. 6).
Una de las grandes mentiras de la vida es que necesitamos estar en
otra parte, haciendo otra cosa con alguien más antes de empezar a vivir
de verdad. Cuando encontramos nuestra vida en Jesús, dejamos de
lamentarnos por la brevedad de la vida y empezamos a disfrutarla con Él,
desde ahora y para siempre.
Señor, ayúdanos a desear lo que tú quieres.
Para vivir para siempre, debemos permitir que Jesús viva en nosotros ahora.
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