Leer: Éxodo 23:10-13
La Biblia en un año: Job 36–37; Hechos 15:22-41
Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás… (v. 12).
Un domingo, estaba junto al arroyo que pasa por el medio de
nuestro barrio, deleitándome en la belleza que trae a nuestra zona llena
de edificaciones. Sentí cómo me relajaba al mirar el agua y escuchar el
canto de los pájaros. Le di gracias al Señor por ayudarnos a encontrar
descanso para nuestra alma.
El Señor instituyó el día de reposo (un tiempo para descansar y
renovarse) para su pueblo porque quería que prosperara. Como vemos en
Éxodo, Dios les dijo que sembraran los campos durante seis años y los
dejaran descansar el séptimo. Lo mismo sucedía con trabajar seis días y
descansar el séptimo. Esta manera de vivir distinguía a los israelitas
de las demás naciones porque no solo ellos seguían este patrón, sino que
los extranjeros y los esclavos en sus casas también podían hacerlo.
Podemos abordar nuestro día de descanso con expectativa y
creatividad, aprovechando la oportunidad de adorar y hacer algo que
alimente nuestra alma, según nuestras preferencias. A algunos les gustan
los juegos; a otros, la jardinería; algunos comen con amigos y
familiares; otros duermen una siesta.
¿Cómo podemos redescubrir la belleza y la riqueza de apartar un día para descansar, si esto está faltando en nuestra vida?
Señor, ayúdanos a encontrar el ritmo adecuado entre trabajo y descanso.
En nuestra fe y servicio, el descanso es tan importante como el trabajo.
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