Su descubrimiento me recuerda la experiencia del salmista David (Salmo 23). Dios lo renovó en «delicados pastos” y «aguas de reposo» (vv. 2-3); lo guió, protegió y consoló (vv. 3-4). Entonces, concluyó: «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida» (v. 6).

Este año, voy a hacer un tarro de gratitud. Quizá te gustaría hacer lo mismo. Estoy segura de que tendremos muchas razones para dar gracias a Dios: los amigos y los familiares que nos regala, y su provisión para nuestras necesidades físicas, espirituales y emocionales. Veremos que el bien y la misericordia del Señor nos siguen todos los días.


Señor, gracias por amarme.

Cuando pienses en todo lo bueno, da gracias a Dios.

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