¿Cómo? Con la oración. Solo así puede ablandarse nuestro corazón: «Pon guarda a mi boca, oh Señor; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a cosa mala [o áspera]…» (Salmo 141:3-4).

En un mundo donde el amor se ha enfriado, la bondad que brota del corazón de Dios es lo más útil y sanador que podemos ofrecer.


Señor, ayúdame a usar mis palabras para alentar a todos.

«Saber que Dios me amó sin límites me impulsa a amar a otros del mismo modo».
Oswald Chambers

© 2016 Ministerios Nuestro Pan Diario