Monday, December 12, 2016

Devociones de Adviento - Un Señor que no defrauda


No pongan su confianza en los poderosos, ni en ningún mortal, porque no pueden salvar. (Sal 146:3, RVC)

La acción de confiar conlleva siempre el riesgo del desencanto. Al pasar por momentos de pruebas, nuestra confianza debería activarse. Es algo así como el airbag en un accidente: debe funcionar en el momento justo. Pero muy a menudo sucede que, cuando más necesitamos de tal o cual persona, menos podemos contar con ella, o no nos animamos a molestarla con nuestro problema.

¿En quién confías? ¿Quién es tu auxilio incondicional? ¿Le confías todo lo que te aflige? Hay temas en los que ningún humano, por más poderoso que sea, podrá ayudarnos. Hay problemas que superan al más valiente, al más capaz, al más inteligente... comenzando por nosotros mismos. ¿Existe un ser digno de tal confianza?

El salmista nos invita a confiar en alguien que tiene un currículum incomparable. Él creó los cielos y la tierra. Siempre ha cumplido su palabra. Está del lado de los oprimidos y los débiles. Levanta a los caídos. Viudas, huérfanos y extranjeros cuentan con él. ¡Los que confían en el Dios de Jacob son dichosos!

¿Podemos confiar en él? Sí. Su interés por nosotros, por nuestra situación, hace que él quiera estar siempre a nuestro lado. Él estuvo dispuesto a hacerse humano naciendo de una virgen, para vivir en carne propia lo que nosotros padecemos, ¡incluso la muerte! Él viene a establecer un reino que nada ni nadie pueden destruir. Él es la cabeza de una nueva creación. Su muerte y resurrección y su amor infinito, lo hacen digno de nuestra confianza.

Él es el Hijo de Dios: Jesucristo, la divinidad en persona. No confiemos en los poderosos del mundo. Donde los humanos fallan, Él salva. Confiemos en Él.

Amado Jesús, hijo de Dios, hijo de María: tus promesas de vida no fallan. Que no falle mi confianza en ti. Amén.

© Copyright 2016 Cristo Para Todas Las Naciones

No comments:

Post a Comment