Leer: Juan 3:16-21 | La Biblia en un año: Marcos 6:30-56
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz… (Juan 3:20).
El filósofo griego Platón (aprox. 427-348 a.C.) encontró una
manera creativa de revelar el lado oscuro del corazón humano. Relató la
historia de un pastor que, inocentemente, descubrió un anillo de oro que
habían escondido en lo profundo de la tierra. Un día, un gran terremoto
abrió una antigua tumba en la ladera de un monte y dejó el anillo a la
vista del pastor. Accidentalmente, también descubrió que aquel anillo
tenía la capacidad mágica de hacer que el portador se volviera invisible
cuando quisiera. Pensando en la invisibilidad, Platón formuló esta
pregunta: Si las personas no tuvieran que preocuparse de ser atrapadas y
castigadas, ¿resistirían la tentación de hacer lo malo?
En el Evangelio de Juan, encontramos que Jesús lleva esta idea en el
sentido contrario. Allí, como el buen Pastor, el Señor habla de
corazones que permanecen escondidos en la oscuridad para ocultar lo que
hacen (Juan 3:19-20). No está centrando la atención en nuestro deseo de
escondernos a fin de condenarnos, sino para ofrecernos salvación por
medio de Él (v. 17). Como el Pastor de nuestros corazones, saca a la luz
lo peor de la naturaleza humana, para mostrarnos cuánto nos ama (v. 16).
Dios, en su misericordia, nos invita a salir de la oscuridad y seguir en la luz.
Señor, quiero andar obedientemente en la luz de tu verdad.
La oscuridad del pecado se desvanece cuando se revela la luz de Cristo.
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