Leer: Romanos 14:1-12 | La Biblia en un año: Lucas 3
¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?… (Romanos 14:4).
Cuando unos alumnos del sudeste de Asia conocieron a un maestro
norteamericano, este aprendió una lección. Después de tomarle a la clase
un examen de elección múltiple, se sorprendió al ver que no habían
contestado muchas preguntas. Mientras les devolvía las hojas corregidas,
sugirió que, la próxima vez, en lugar de dejar el espacio en blanco,
eligieran una respuesta al azar. Sorprendido, uno de los alumnos levantó
la mano y preguntó: «¿Y si, por casualidad, elijo la respuesta
correcta? Implicaría que la sé, pero no es cierto». El alumno y el
maestro tenían perspectivas y prácticas diferentes.
En la época del Nuevo Testamento, los judíos y los gentiles
convertidos a Cristo llegaban con perspectivas tan diferentes como las
de Oriente y Occidente. Poco después, no coincidían en temas como qué
días adorar y qué podía comer o beber un seguidor de Cristo. El apóstol
Pablo los instó a recordar algo importante: nadie está en condiciones de
conocer ni juzgar el corazón de otra persona.
Para mantener la armonía entre los creyentes, Dios nos exhorta a
entender que somos responsables ante Él, y a actuar conforme a su
Palabra y nuestra conciencia. Solo Él está en condiciones de juzgar las
actitudes de nuestro corazón (Romanos 14:4-7).
© 2017 Ministerios Nuestro Pan Diario
Señor, que no juzguemos a quienes ven las cosas de manera diferente.
Sé lento para juzgar a los demás, pero rápido para juzgarte a ti mismo.
© 2017 Ministerios Nuestro Pan Diario
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