Leer: Daniel 10:1-14 | La Biblia en un año: Jueces 16–18; Lucas 7:1-30
… fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido (v. 12).
Mi hija le envió un mensaje de texto a una amiga, esperando que le
respondiera pronto. Apenas momentos después, empezó a disgustarse y a
quejarse molesta por la demora. La irritación dio lugar a la
preocupación, y mi hija se preguntó si la falta de respuesta indicaría
un problema entre ella y su amiga. Al rato, llegó la respuesta, y mi
hija se sintió aliviada. Simplemente, su amiga había estado resolviendo
los detalles necesarios para responder.
El profeta Daniel también esperaba con ansias una respuesta. Después
de recibir una visión espantosa de una gran guerra, ayunó y buscó a Dios
en humilde oración (10:3, 12). Durante tres semanas, no hubo respuesta
(vv. 2, 13). Por fin, apareció un ángel y le aseguró que sus oraciones
habían sido escuchadas «desde el primer día». Desde entonces, el ángel
había estado batallando a favor de esas oraciones. Aunque Daniel no lo
sabía, Dios había estado obrando cada día desde su primera oración hasta
la llegada del ángel.
Saber que Dios oye nuestras oraciones (Salmo 40:1) puede ponernos
ansiosos si su respuesta no llega rápido. Solemos preguntarnos si le
importará lo que nos pasa. Sin embargo, la experiencia de Daniel nos
recuerda que Dios obra a favor de aquellos que ama, aunque no podamos
verlo.
Señor, ayúdame a confiar en tu cuidado por mí aunque no pueda verlo.
Dios siempre está obrando a favor de su pueblo.
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